En el chat de una decena de personas, uno de sus miembros compartió el texto de
una “reflexión” escrita y firmada por un sacerdote adscrito a la Arquidiócesis
de Cartagena, Colombia; reflexión que venía remitida, a su vez, por otra
persona que la dirigía a un grupo de catequistas, ponderándola como "muy
acertada en estos momentos, ya que estoy seguro que muchos hermanos se le (sic)
acercarán para preguntarles sobre la decisión del Padre Linero". Es
decir, recomendándola como la respuesta adecuada a cualquier inquietud de los
fieles con respecto al caso del padre Linero.
Esta es la referencia:
«Buenos días apreciados Catequistas, les comparto la siguiente reflexión del padre Elkin, que me parece muy acertada, en estos momentos, ya que estoy seguro que muchos hermanos se le acercarán para preguntarles sobre la decisión del Padre Linero: les agradezco que si hay algún comentario, me lo hagan saber al interno, Gracias».
Y este es el texto de la reflexión que hace el sacerdote adscrito a dicha Arquidiócesis:
* * *
«La decisión del padre Linero no es nada del otro mundo, simplemente es la manifestación de la humanidad que todos llevamos dentro y que forma parte de nuestra naturaleza mortal. Nos cansamos, nos fatigamos, nos desgastamos y por supuesto, también nos replanteamos cosas en la vida que hoy son de un modo y que mañana pueden ser de otra manera, y eso es perfectamente válido en la experiencia de vida de cualquier ser humano.
La diferencia en este caso, es que se trata de una "persona pública", que carga sobre sus espaldas el peso de una fama que en ocasiones te obliga a responder a las expectativas de una multitud que casi nunca está satisfecha con nada y que interpreta en modo ligero y a veces irresponsable el curso de los acontecimientos. Linero solamente ha querido dar un paso al costado en lo que se refiere a su sacerdocio ministerial, no a su fe católica y seguramente tampoco a su opción por Jesús. Ni el mundo ni la Iglesia se van a acabar por eso.
En lo personal, aplaudo su sinceridad y su honestidad consigo mismo y confío plenamente en que lo ocurrido le debe ayudar mucho en su camino de santidad, que al final de cuentas es lo más importante. Nadie se salva solo por ser sacerdote, la salvación depende de la misericordia de Dios y de la búsqueda de un camino de santidad, para lo cual es indispensable la honestidad.
Finalmente
me preocupa "como siempre", la interpretación sesgada que hacen
los medios del discurso del P. Alberto José y de las frases fuera de contexto
que adornan los titulares de prensa. Creo que queda demostrado para todos que
la fama, por sí sola, no nos otorga la felicidad y que los fieles no
pueden ni deben olvidar que debajo de la sotana está siempre la figura de un
hombre de carne y hueso, y cuando me permito hacer esta anotación no me estoy
refiriendo de manera exclusiva al tema del sexo.
P.D: Los invito a todos a orar por sus sacerdotes sin creernos con el derecho a ser jueces de los demás y no olvidemos que es el ESPIRITU SANTO, y no solamente la voluntad humana el que conduce a la Iglesia».
P. Elkin
Mauricio Acevedo Carrasquilla.
Arquidiócesis
de Cartagena.
* * *
Luego de leerla, y atendiendo a la invitación que hace en la postdata “a orar por sus sacerdotes” y precisamente ante el énfasis que pone en su consideración: “sin creernos con el derecho a ser jueces de los demás y no olvidemos que es el ESPIRITU SANTO, y no solamente la voluntad humana el que conduce a la Iglesia”, considero no sólo muy importante sino oportuno responder a dichas “reflexiones” en su enfoque y contenido, y extender esta respuesta a otros miembros de la Iglesia, tanto Consagrados como Seglares.
* * *
Estos
son los aspectos que considero la ameritan:
- «La decisión del padre Linero no es nada del otro mundo, simplemente es la manifestación de la humanidad que todos llevamos dentro y que forma parte de nuestra naturaleza mortal. Nos cansamos, nos fatigamos, nos desgastamos y por supuesto, también nos replanteamos cosas en la vida que hoy son de un modo y que mañana pueden ser de otra manera, y eso es perfectamente válido en la experiencia de vida de cualquier ser humano».
- «La diferencia en este caso, es que se trata de una “persona pública”, que carga sobre sus espaldas el peso de una fama que en ocasiones te obliga a responder a las expectativas de una multitud que casi nunca está satisfecha con nada y que interpreta en modo ligero y a veces irresponsable el curso de los acontecimientos. Linero solamente ha querido dar un paso al costado en lo que se refiere a su sacerdocio ministerial, no a su fe católica y seguramente tampoco a su opción por Jesús. Ni el mundo ni la Iglesia se van a acabar por eso».
* * *
No puedo estar de acuerdo con esta forma de pensar y lo que afirma, entre otras, por las siguientes razones:
1. Más
que una forma de expresarse, eso de que "La decisión del padre Linero no
es nada del otro mundo, es falsa y falaz, engañosa, pues ¿Cómo se puede
minimizar de esa manera la Vocación Sacerdotal, madurada en su
momento hasta haber llegado a tomar la decisión de servir a Dios como
Consagrado a través del Sacramento indeleble del Orden Sacerdotal?
¿No es nada “del otro mundo” ser un Sacerdote del Sumo y Eterno Sacerdote, Rey
de reyes y Señor de señores, quien dejó claro en su propio Juicio, ante el juez
Pilatos: “Mi Reino No es de este mundo”? ¿Y luego la decisión de “mirar
atrás” después de haber puesto “la mano en el arado”?
Una cosa es una crisis “existencial”, que da la opción de pedir una
dispensa (solicitarla, no tomársela), y otra, minimizar el hecho de
abandonar el “Ministerio Sacerdotal”, aunque permanezca dentro de la Iglesia y
diga que “no ha perdido la fe” (lo cual no es tan claro ni simple, pues a la
falta de confianza en la Gracia, Jesús la reprende precisamente llamándonos
"hombres de poca fe", y recordándonos siempre: “Sin Mí nada
podéis hacer”).
2. No
sólo parte de una visión y de una postura relativista, sino que acaba
validándola y justificándola desde una perspectiva subjetivista, cuando
afirma: “nos replanteamos cosas en la vida que hoy son de un modo y que
mañana pueden ser de otra manera, y eso es perfectamente válido en la experiencia
de vida de cualquier ser humano”.
Si no hay nada fijo ni permanente y todo se resuelve al vaivén y
mediante “las experiencias de vida” personales, estamos ante un vitalismo
que prescinde de la Gracia y, por ende, de la Fe, es decir, de Dios, en el que
la persona lo es todo y tiene la última palabra mientras sea
"honesta".
3. Decir
que "La diferencia en este caso, es que se trata de una "persona
pública", que carga sobre sus espaldas el peso de una fama que en
ocasiones te obliga a “responder a las expectativas de una multitud
que casi nunca está satisfecha", no sólo es una afirmación falaz sino despectiva:
elude la responsabilidad personal que le compete, situando el foco en
otros a los que considera un peso, y cae en la distorsión de “buscar el enemigo
afuera”, en esas “expectativas” (¿irreales?) de “la multitud” (¿Acaso no son personas
también, que merecen consideración individual, como el Sacerdote? ¿Acaso no
dice de ellas el Señor que son “sus ovejas” y que "conoce
a cada una y las llama *por su nombre?". Por esas ovejas, por
esa parte del rebaño que se le confía, debe responder cada Sacerdote, quien no
está para “apacentarse a sí mismo”).
Esta forma de razonar obedece, en el mejor de los casos, a una “Disonancia
cognoscitiva” con respecto a la realidad, consistente en que, al no poder
cambiar la tozudez y lo evidente de los hechos, entonces se cambia la explicación
para justificarlos o, al menos, hacerlos más “presentables”.
El Sacerdote es un hombre normal, pero no es "un hombre
más", es un Consagrado. En su Oración Sacerdotal, Jesús
dice: “Padre, yo no te pido que los saques del mundo sino que los
preserves del mundo”. Aunque no estuviera expuesto a “los reflectores”
o a “la fama”, tiene una responsabilidad Superior, como la de un Maestro, un
Padre de Familia o un Dirigente. Tiene la obligación de ser ejemplo, ser
lámpara, ser luz; de apacentar “las ovejas” que “reconocen la voz” del
verdadero Pastor; y porque sabe que “a quien más se le da, más se le pide”.
Por lo tanto, toda renuncia a una vocación auténtica (como le ocurrió al joven
rico) y todo abandono de una forma de Consagración, es un flagelo
y un escándalo.
4. En
todas las consideraciones anteriores ha quedado claro por qué no se trata “simplemente”,
nada más, de “dar un paso al costado en lo que se refiere a su sacerdocio
ministerial”.
Edwin
Botero Correa
Seglar
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