La prioridad del nuevo Presidente
ANTE EL PRONUNCIAMIENTO DE IVÁN DUQUE SOBRE LA CONSULTA ANTICORRUPCION
Señor Presidente: su prioridad es salvar el Estado de Derecho mediante el restablecimiento del Orden Institucional
* * *
Por Edwin Botero Correa
El Presidente electo de Colombia, Iván Duque Márquez, invita a Respaldar la Convocatoria a la Consulta Anticorrupción. Insta a hacerlo, independientemente de dónde provenga, señalando que ésta coincide en muchos aspectos con sus propuestas y las de su bancada en el Congreso de la República, y que lo importante es combatir y derrotar la corrupción.
Por nuestra parte, seguimos pensando que tal como está planteada, ésta es excesivamente costosa e innecesaria, pues asciende a unos $370 mil millones, y su contenido toca aspectos ya abordados en la Constitución Política (no modificables por esta vía) y ya contemplados en la Ley, que bastaría atender y aplicar como corresponde.
De modo, pues, que ni aún invocando como prioridad la necesidad de "combatir y de derrotar la corrupción" -que, al menos en el lenguaje es en lo que coinciden sus promotores y el señor Iván Duque-, ésta sería justificable desde ningún punto de vista.
Su respaldo dependería de un serio replanteamiento y de una sinergia política que lo haga posible, lo cual implicaría ampliar y redireccionar los contenidos de dicha Consulta hacia aspectos realmente importantes, prioritarios y sustanciales.
Sólo así, y apenas quizá, podría plantearse ésta como una iniciativa útil para el Bien Común. Y sólo ello explicaría la postura de respaldo por parte de Iván Duque, como un ejercicio de liderazgo mediante el cual intentaría al menos alinear a todas las fuerzas políticas en torno a un propósito común y realmente prioritario: bien sea replanteando sustancialmente la consulta, o desechándola por inoficiosa.
Porque la corrupción, con todo lo grave que es y las implicaciones que de ella estamos padeciendo, no es el único ni el primer enemigo que en estos momentos tiene el país. El nuevo presidente no puede desconocer la prioridad de salvar la institucionalidad, ni puede sacrificarla a un consenso, convirtiéndola en un sincretismo ideológico sin principios ni referentes, decantándose por un moralismo de estado para pretender fundarla sobre una ética de mínimos que le permita agradar a todos.
Esperamos que, de ningún modo, este gesto suyo constituya un acto de condescendencia o de complacencia; menos aún, una concesión o una forma de avenirse, en nombre de un ideal, con quienes vociferan honestidad, pero no han sido modelo ni garantía de pulcritud. Si así fuera, ésta no sería más que una artimaña política.
Lo que esperamos de él, por el perfil y la línea de conducta que ha mostrado, es justamente lo contrario, especialmente después de la índole y la condición moral de quien deja la Casa de Nariño. Y lo contrario es un sano, sensato y prudente ejercicio del liderazgo, que logre reducir los protagonismos y aporte una forma inteligente de comenzar a superar la polarización.
ANTE EL PRONUNCIAMIENTO DE IVÁN DUQUE SOBRE LA CONSULTA ANTICORRUPCION
Señor Presidente: su prioridad es salvar el Estado de Derecho mediante el restablecimiento del Orden Institucional
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Por Edwin Botero Correa
El Presidente electo de Colombia, Iván Duque Márquez, invita a Respaldar la Convocatoria a la Consulta Anticorrupción. Insta a hacerlo, independientemente de dónde provenga, señalando que ésta coincide en muchos aspectos con sus propuestas y las de su bancada en el Congreso de la República, y que lo importante es combatir y derrotar la corrupción.
Por nuestra parte, seguimos pensando que tal como está planteada, ésta es excesivamente costosa e innecesaria, pues asciende a unos $370 mil millones, y su contenido toca aspectos ya abordados en la Constitución Política (no modificables por esta vía) y ya contemplados en la Ley, que bastaría atender y aplicar como corresponde.
De modo, pues, que ni aún invocando como prioridad la necesidad de "combatir y de derrotar la corrupción" -que, al menos en el lenguaje es en lo que coinciden sus promotores y el señor Iván Duque-, ésta sería justificable desde ningún punto de vista.
Su respaldo dependería de un serio replanteamiento y de una sinergia política que lo haga posible, lo cual implicaría ampliar y redireccionar los contenidos de dicha Consulta hacia aspectos realmente importantes, prioritarios y sustanciales.
Sólo así, y apenas quizá, podría plantearse ésta como una iniciativa útil para el Bien Común. Y sólo ello explicaría la postura de respaldo por parte de Iván Duque, como un ejercicio de liderazgo mediante el cual intentaría al menos alinear a todas las fuerzas políticas en torno a un propósito común y realmente prioritario: bien sea replanteando sustancialmente la consulta, o desechándola por inoficiosa.
Porque la corrupción, con todo lo grave que es y las implicaciones que de ella estamos padeciendo, no es el único ni el primer enemigo que en estos momentos tiene el país. El nuevo presidente no puede desconocer la prioridad de salvar la institucionalidad, ni puede sacrificarla a un consenso, convirtiéndola en un sincretismo ideológico sin principios ni referentes, decantándose por un moralismo de estado para pretender fundarla sobre una ética de mínimos que le permita agradar a todos.
Esperamos que, de ningún modo, este gesto suyo constituya un acto de condescendencia o de complacencia; menos aún, una concesión o una forma de avenirse, en nombre de un ideal, con quienes vociferan honestidad, pero no han sido modelo ni garantía de pulcritud. Si así fuera, ésta no sería más que una artimaña política.
Lo que esperamos de él, por el perfil y la línea de conducta que ha mostrado, es justamente lo contrario, especialmente después de la índole y la condición moral de quien deja la Casa de Nariño. Y lo contrario es un sano, sensato y prudente ejercicio del liderazgo, que logre reducir los protagonismos y aporte una forma inteligente de comenzar a superar la polarización.
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